Solsiré fue al río cristalino como muchas mañanas, aprovechando que Ñancú dormía. Jugó con Raz y Puka Oqe y luego se bañaron en el río.
– “¿Has visto lo que está pasando con las personas del pueblo?, Raz?” – Preguntó Puka Oqe, mientras salía del agua
– “¿Por qué lo dices?” – respondió la potrilla, extrañada.
– “Ayer fui al pueblo a buscar comida, pero no tuve ni que esconderme; nadie caminaba en todo el pueblo. Pude llevarme mucha comida sin problemas; esto no es normal.”
La potrilla le explicó que estaban quedándose en sus casas porque temían enfermarse, de algo muy contagioso, pero que no era peligro para los animales. Solsiré escuchaba atentamente y se llenó de preocupación; “¿estará bien la niña que le daba de comer?” pensaba.
Los animales se despidieron y Solsiré voló rápidamente a su nido, le contó a sus hermanas lo que habían hablado en el río, pero Lina no le prestó mucha atención. Manú muy interesado le contaba que él mismo había volado por el pueblo, y que había visto lo mismo que el zorro, nadie afuera, todos adentro. “¡Vamos a investigar!” dijo Peti peti, y Solsiré la siguió hacia el pueblo…
Antú estaba muy aburrida dentro de su habitación. Su papá, Newén, la llama: “Antú, ven a comer”. Antú sin muchas ganas se sentó con sus papás y preguntó: “¿Hasta cuándo estaremos así?, ya quiero ir a jugar afuera, extraño a Inka y Adkalén”
– “Todo a su tiempo, hija” – respondió Kuyén – “Aisladas hoy, para que mañana cuando nos juntemos no falte nadie” –
Antú tenía muchas ganas de saber de sus amigas, pero sabía que era importante quedarse en casa, en especial para cuidar a Arimatú, a quien quería mucho. Después de comer, fue a su cama y se tumbó boca arriba mirando a la ventana. Dos golondrinas aparecieron y se posaron en la ventana…
– “¿Ya ves?” Dijo Peti peti, “se encuentra bien” –
– “No lo se…” respondió Solsiré, “mira su cara, parece que se está muriendo” –
– “Muriendo de aburrimiento” rió Peti peti
A Solsiré se le ocurrió ir a visitar a las otras niñas, pero al levantar el vuelo sintió que algo tiró de su pata, no le dio importancia, porque ya estaba en el aire y Peti peti se alejaba rápidamente, así que buscó alcanzarla…
Antú vio cómo las golondrinas se fueron, no sin antes botar, accidentalmente, un viejo atrapasueños de lana que tenía colgado. Se levantó a recogerlo, pero al colocarlo en su lugar, notó que le faltaba una lana de color azul…
Inka estaba acostada en el piso, jugando con sus juguetes y sintió que alguien la observaba; levantó la vista y vio a dos golondrinas en su ventana; las reconoció rápidamente, eran las amigas voladoras del nido cerca de Arimatú. Una de ellas aleteaba con fuerza, como riéndose y la otra tenía un extraño hilo azul que colgaba de su pata; se levantó y se acercó para intentar ayudarla…
Peti peti estaba eufórica riéndose de cómo las personas tenían que quedarse en sus casas, mientras ellas podían salir a jugar, pero Solsiré vio con pánico cómo la niña se acercaba rápidamente hacia ellas;
– “¡Vuela!” Alcanzó a gritar
Y ambas saltaron de la ventana, alejándose por poquito de las manos de la niña.
– “Eso estuvo cerca” sonrió Peti peti mientras volaba.
– “Tendremos más cuidado en la siguiente parada” Dijo Solsiré.
– “¿Siguiente parada?” se asustó Peti peti.
Adkalén leía un libro con mucha atención, de pronto, una lana azul cayó desde la ventana. Miró hacia ésta y vio dos golondrinas. La lana le recordó al viejo atrapasueños que tenía Antú en su pieza; “¿Será posible?” pensó, y rápidamente sacó papel y lápiz y escribió una carta…
– “¿Qué hace?” preguntó Peti peti.
– “No lo sé, llevamos años mirando a las personas hacer eso, pero aun no comprendo por qué hacen y miran esas manchas; deben tener algún significado.” Respondió Solsiré.
Ambas golondrinas observaron a la niña colocar unas semillas junto al papel con manchas. Entendieron que era un regalo completo, así que Peti peti picoteó algunas semillas mientras que Solsiré tomó la carta con su pico. Ambas volaron nuevamente.
– “Siento que debo ver a la primera niña una vez más” Dijo Solsiré “No se veía muy bien”.
Antú volvió a tumbarse en la cama después de cenar. Ya estaba cansada de tanto aburrimiento, pero se sorprendió al ver nuevamente a las golondrinas, habían vuelto, y esta vez, con una hoja de papel. La golondrina soltó la hoja, y esta cayó al piso, Antú saltó a recogerla en el acto; ¡era una carta de Adkalén!
“Querida Antú: Estas golondrinas trajeron esta lana, y supe que venían de tu casa, espero que vuelvan para allá y te llegue esta carta. Lávate las manos con jabón después de tomarla, no queremos contagiarnos nada, ¿verdad? Extraño mucho nuestras excursiones, las visitas a Arimatú, los juegos de Inka y las aventuras descubriendo el bosque, pero tengamos paciencia; todo eso volverá. Por ahora, tenemos que cuidarnos y (si nuestras amigas voladoras nos ayudan) podríamos comunicarnos de este modo. Dales de comer y pon la carta con las semillas; quizá funcione… un abrazo.”
Solsiré se tranquilizó al ver que su amiga humana volvía a ser la niña feliz de antes; estaba sana.
Durante los siguientes días, volvió a hacer el recorrido entre las casas, mientras las tres niñas les daban semillas y un papel con manchas. Solsiré y Peti peti (a veces también Manú que se enteró de la comida gratis) llevaban los papeles de un lugar a otro, y con eso, Solsiré se aseguraba de que estuvieran bien.
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